Adelantadas a su época
Rosa Campuzano y Manuela Sáenz
Recientemente estrenamos nuestra obra Guayaquil, una historia de amor de Mario Diament que tiene como protagonistas a dos grandes precursoras de la libertad del Perú, Rosa Campuzano interpretada por Adriana Zeballos y Manuela Sáenz interpretada por Alejandra Parodi. A continuación te invitamos a conocer un poco más de la historia de estas increíbles mujeres protagonistas.
En 1821 José de San Martin creó la Orden del Sol y esta fue concedida a 112 mujeres entre ellas Manuela Sáenz (Guayaquil 1796 – Lima 1851) y Rosa Campuzano (Quito 1797- Paita 1856) íntimas amigas que participaron activamente por la liberación del Perú. Esta acción por parte de San Martín fue bastante criticada debido a la época, pero él se mantuvo firme asegurando que “el sexo más sensible debe ser el más patriota”
Rosita Campuzano “la protectora” solía usar su encanto e influencia para espiar realistas y brindar información trascendental a San Martín con quien compartía una relación desde que se conocieron en el baile, la noche de la Declaración de la Independencia del Perú.
La belleza de Rosa era equiparable a su fortuna y se sabe que incluso el Virrey José de La Mar estuvo profundamente enamorado de ella intentando de muchas formas ganar su corazón, pero debido a sus ideales libertadores Rosita nunca cedió ante los sentimientos de este realista. Lamentablemente Rosita murió casi en la indigencia debido a que su fortuna la invirtió por completo en la independencia y el subsidio que recibía del gobierno era apenas una nimiedad.
Mientras tanto Manuela Sáenz “la libertadora del libertador” se ganó este título al salvar no solo una sino dos veces la vida de su amado Simón Bolívar. Esta fiera mujer contribuyó activamente en las campañas de guerra y se sabe que vestida de soldado, a caballo y pistola en mano solía defender sus ideales, ganándose el respeto y el miedo de sus adversarios que debido a la época la tachaban de vulgar y “marimacho”.
Juntas, estas grandes amigas se vestían como tapadas limeñas y caminaban por la capital repartiendo propaganda liberalista que se pegaba por las noches en las paredes de los lugares más transcurridos.
La historia ha intentado numerosas veces arrebatarles sus méritos, relegándolas meramente a “amantes” pero hoy sabemos que su inteligencia, valentía y capacidad era adelantadas para su época. Estas precursoras de la libertad que pusieron sus vidas en riesgo por sus ideales poco a poco hoy van recobrando su merecido lugar en la historia.